lunes, 13 de julio de 2009

La canción cubana

Tiene sus inicios también a principios del Siglo XIX, el género Canción cubana, cuyas raíces se hallan en la Tonadilla escénica hispana, en el Aria operática italiana, en la Romanza Francesa, en la Canción Napolitana y en modos cancioneriles españoles.
A mediados del siglo pasado comenzaron las inspiraciones con una fuente de sentimientos basados en amores idílicos, impregnados de ternura.
Muchas veces se utilizaban símbolos, como una palma, una joven, etc. con una melodía fluida y articulada en período y frases. Otras veces se cantaba a dos voces, por terceras y sextas, apoyada por dos guitarras.
Los dúos de cancioneros y guitarristas perduraron y hasta puede afirmarse que más que canciones cubanas eran canciones surgidas en Cuba de sectores criollos, con una contradicción clasista con la oligarquía dominante española.
De esta manera, comienzan a surgir del pueblo compositores de gran envergadura e intérpretes. Muchas veces los autores quedaban en el anonimato, en canciones por ejemplo como La Corina (anónima), tenemos La Bayamesa de Céspedes, Fornaris y Castillo, y Es el amor la mitad de la vida de J. Marin Varona.
El compás empleado es la medida ternaria de tres por cuatro. La esencia criolla, desde luego, afloraba en pequeños detalles: (anacrusas, terminaciones femeninas, etc).
Ya a partir del tercio final del Siglo XIX, con el movimiento tradicional de Santiago de Cuba, integrado por compositores como José (Pepe) Sánchez, Sindo Garay, Manuel Corona, Alberto Villalón, por sólo citar algunos, la canción se va despojando de su influencia europea, haciéndose más cubana entre las cuerdas de la guitarra trovadoresca asentándose en las masas populares.
De pronto se empiezan a expresar los sentimientos e inquietudes del hombre de pueblo, y posteriormente, con el paso del tiempo, la canción evolucionó hasta llegar a las manifestaciones más actuales. 
 

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