lunes, 13 de julio de 2009

El danzonete

El Danzonete tiene la misma idea que la introducción del Danzón, con ocho compases que se repiten para hacer los dieciséis, mientras que en el Danzonete estos dieciséis se tocan seguidos, en el Danzonete se tocan las maracas en lugar del güiro en la última parte, a diferencia también en el Danzonete se empieza a componer acompañamiento de canto y los integrantes de la orquesta lo corean.
La parte del violín se mantiene igual al Danzón. Después se le adicionó una parte vocal con breve coda, lo que hace que el cantante o solista se destaque mucho, llegando a ser el centro de la atención popular. Luego el montuno final suele convertirse casi en una guaracha, tomando así el Danzonete un buen lugar entre los géneros cantados y bailados de la época.
"Rompiendo la rutina" fué el primer Danzonete cubano del compositor habanero Aniceto Díaz, flautista y saxofonista que desde fines del Siglo XIX formó parte de la orquesta de Miguel Failde. Más adelante fundó su propia orquesta, y su primer Danzonete se estrenó en un baile del Casino Español matancero. Luego compuso otros danzonetes, entre los que figuran El Trigémino, El cocodrilo, Zona franca, Dulce imagen y Engreída.
Este género o baile se impuso con mucha facilidad por su aire tan alegre y ritmático que una vez que se escucha incita el cuerpo a moverse.
Por estos años, a partir de la habanera, el danzón y el Danzonete, surgen géneros cantables, dada la participación de vocalistas en la canción popular. De allí nace la llamada Criolla, cuyo género fué compuesto por Luis Casas Romero, nativo de la ciudad de Camagüey, quien a los doce años ya tocaba la flauta en la orquesta de la Sociedad Popular de Santa Cecilia. En el año 1904 se trasladó a La Habana, contratado para dirigir la Orquesta del Teatro Martí. Integrado como primer flautista de casi todas las orquestas de los teatros habaneros de principio de siglo. Dirigió la orquesta del Teatro Payret y es en 1909 cuando se estrena su criolla "Carmela", inaugurando este género dentro de la cancionística popular cubana.
Entre otras criollas de Luis Casas Romero podemos mencionar El Mambí, Mi casita, Soy cubano, y Camagüeyana. Además compuso zarzuelas, danzas, oberturas, marchas, recibiendo numerosos premios por su labor creadora.
La Criolla tiene una línea melódica fluida y una superposición de seis por ocho sobre un acompañamiento de tres por cuatro, su diseño es rítmico y su aire andante.
Al mismo tiempo que la criolla hacía gala en los teatros de las ciudades, en los campos cubanos surgía la guajira como un género cantable. Este género refería en sus temas, asuntos de los campesinos, de manera idílica o bucólica, con estrofas versadas casi siempre bajo el modelo de la décima.
Su primera parte se escribe en modo menor y la segunda en mayor. En la guajira se alternan los ritmos en tres por cuatro y seis por ocho; concluye siempre con la dominante del tono en que está compuesta.
Años después surgió una modalidad llamada Guajira-son, que fué una fusión entre estos géneros.
Al mismo tiempo en este proceso de desarrollo de la música cubana, ya en el Siglo XVIII cobra vida otra manifestación o género cantable llamado Punto Guajiro.

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